El autor como productor es antecedente directo del ensayo ‘La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica’. Fue leído por Benjamin el 27 de abril de 1934 en el Instituto para el Estudio del Fascismo que los emigrantes alemanes, expulsados por la persecución nacionalsocialista, habían fundado en París. En él Benjamin se hace portavoz del “vanguardismo” revolucionario más radical y llama a sus interlocutores –intelectuales políticos de izquierda– a depositar toda la confianza en la espontaneidad del carácter revolucionario de la producción artística. Según él, la “alta calidad” de una obra de arte es garantía suficiente de ese carácter.
Es un texto que documenta la presencia de una corriente histórica bastante poderosa en la vida social en el momento en que se enfrentaba, con notables posibilidades de éxito, a la organización capitalista del mundo moderno. Presencia que, al hacer falta en nuestros días, parece extender –en medio de la añoranza, si se quiere– una vaciedad de sentido actual sobre todo lo que se hizo y se pensó entonces.