Error converso

Del “todos son iguales” al falso dilema político-electoral

La reciente escaramuza en forma de revelación de videoescándalos que “enfrenta” al nuevo régimen obradorista con el antiguo régimen pri-panista nos dan una gran oportunidad para explorar algunas falacias. Primero argumentaré que la idea del “todos los políticos son iguales” es realmente funcional a los proyectos de derechas; en segundo lugar plantearé la falacia del falso dilema político-electoral al que este escenario nos puede conducir dentro de poco.

Los videoescándalos como la espectacularización performativa de un supuesto conflicto político

Los videoescándalos no son algo nuevo ni en México ni en el mundo. El propio López Obrador ya estuvo implicado en uno durante 2004. En esta ocasión fue su hermano, Pío López Obrador quien fue grabado reuniéndose con David León en 2015, tiempo en el que este personaje trabajaba para el gobierno de Manuel Velasco en Chiapas, quien le entrega una bolsa de supuestas aportaciones de militantes de Morena que, según dicen los adversarios, se trataba de dinero del gobierno del estado.

Poco tiempo transcurrió desde que se dio a conocer un video en el que aparecen Rafael Caraveo, ex-secretario técnico del Senado y a Guillermo Gutiérrez Badillo, recién cesado secretario particular del gobernador de Querétaro Francisco Dominguez Servién. En el video cuentan fajos y fajos de billetes, dinero que supuestamente sería parte de los sobornos que Emilio Lozoya repartía entre legisladores para aprobar la reforma energética en 2013.

Con este intercambio se quiere construir una narrativa de buenos (morenistas recolectando dinero de supuestas aportaciones ciudadanas) contra malos (panistas y priístas envueltos en los más escandalosos actos de corrupción); esta narrativa refuerza la idea de que existe una especie de lucha definitiva por el país, en la que el obradorismo busca combatir a los corruptos del viejo régimen como si éste hubiera desaparecido del todo.

¿Todos son iguales?

Ahora bien, es muy claro que ambos casos son completamente diferentes. El caso del hermano del presidente recibiendo dinero es, en el peor de los escenarios, un financiamiento ilícito de campaña. El caso de los panistas involucrados en la trama Lozoya se trata de un entramado de corrupción y saqueo trasnacional que involucra desde legisladores hasta ex – presidentes.

Aquí son claras dos cosas: 1) no existe algo así como un “nuevo” régimen que lucha contra el “viejo”, existe un reacomodo de las fuerzas políticas nacionales dentro del mismo marco de proyecto neoliberal que sigue beneficiando a los mismos capitales y sigue la misma agenda de seguridad que la geopolítica de Washington exige. 2) El discurso de que “todos los políticos son igual de corruptos” es uno que refuerza la idea de que los experimentos de izquierda son un fracaso y que es mejor regresar al autoritarismo y corrupción sistémica de la extrema derecha que puede garantizar la estabilidad económica y política.

Analizar la 4T, sus agentes, ideología y políticas sería motivo de otra reflexión, pero no hay duda de que  es un movimiento político-social que tiene grandes diferencias con sus contrapartes del pasado.

El falso dilema político-electoral

Por otro lado, todo este clima nos puede llevar a un falso dilema electoral: o bien votas por la continuidad del proyecto obradorista que es la única esperanza de México o bien votas por el regreso de la corrupción del viejo régimen. Sobra decir que ni votando por el obradorismo se vota por un proyecto que va a liberar al país del neoliberalismo ni votando en contra se vota por un regreso absoluto al oscurantismo del pri-panismo. Las lógicas de acumulación capitalista atraviesan gobiernos y sexenios. Como consecuencia los procesos político-sociales de resistencia también deben hacerlo. Escapemos de falsos dilemas que nos impidan analizar, organizarnos y resistir sin importar quién ocupe la silla presidencial.

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Tótua Nia

Eterna defensora de causas perdidas

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